Por fin te has rendido a la evidencia y has decidido ser una dama victoriana. No te preocupes por el siglo. Es una cuestión de actitud. Apriétate el corsé y empieza a viajar.
Aprenderás a ser laberíntica, como la mente humana. El mundo de hoy no está a la altura de este reto pero tú estás por encima de esta época. Ser victoriana es trascendente y atemporal. No te equivoques.
Has tratado sin demasiado éxito armonizar la vida íntima y la pública. No lo sigas intentando, es una pugna que has perdido de antemano. Desmelénate (de forma contenida) y enamórate hasta la médula (sin confesarlo públicamente). Disfruta con la angustia de la douleur exquise. No probarás droga igual.
Aprende a ser romántica (pero solo al estilo victoriano), ambiciosa, exquisita, delicada y profunda. Si no puedes aprenderlo, bastará con fingirlo. Lee a Shelley y a Byron, si es que aún no lo has hecho (esto último debería disgustarte profundamente).
Deberás aprender a moverte con soltura en la lábil frontera entre el engaño y el respeto ajeno. Ésta es condición sine qua non de la perfecta victoriana.
Y para terminar, amarás la vida oscura en Venecia por encima de todas las cosas. Ser victoriana es algo más que un reto.
Sic.
By Alexia de Tocqueville

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