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sábado, 30 de agosto de 2014

El lenguaje secreto de las organizaciones. Exceso informativo y "códigos" secretos



Si todo es importante, nada es importante
Garr Reynolds
Exotismo lingüístico







Todos los días estamos expuestos a cantidades ingentes de información difíciles de digerir –muchas de ellas- por la calidad pésima de sus contenidos y porque el día, por fortuna, no tiene más de 24 horas. Precisamente, esta abundancia de datos –no todos ellos fiables ni actualizados- hace que más que nunca sea necesario un buen criterio de selección. Dicho criterio no se aprende en las escuelas de negocio ni es resultado de un título previo pago. Éste, por el contrario, es resultado de un proceso educativo profundo y significativo.

La competencia de “saber buscar”, valorar, seleccionar, estructurar y aplicar la información para elaborar un conocimiento útil con el que afrontar la problemática de la vida debiera ser uno de los objetivos primordiales de la educación actual. No entraré en el debate educativo porque éste es harina de otro costal y me centraré en las consecuencias del exceso de información en las personas y uno de los problemas asociados a la falta de criterio: la dificultad en la comprensión lectora.
Para Paquito, trabajador abnegado de una empresa hispánica, por ejemplo, el criterio de selección es bien sencillo. Solo lee, responde y atiende aquellas informaciones que vengan de Misifú. El resto, son prescindibles. Por ello, el tiempo restante, además de ir de reunión en reunión, lo invierte en descifrar el mensaje oculto que se haya detrás de las comunicaciones de Misifú. Sin ser plenamente consciente de la teoría de la pragmática lingüística, uno de cuyos máximos exponentes es Graciela Reyes, Paquito tiene claro que “comunicar es lograr que el interlocutor reconozca nuestra intención, y no solamente el significado real de lo que decimos” (El Abecé de la pragmática, 1995). Por este motivo, y rozando la enfermedad paranoica, intenta decodificar el contenido “esotérico” –reservado a unos pocos iniciados- de la correspondencia de Misifú. Esta labor de interpretación kafkiana y de dar respuesta a estos mensajes en clave ocupan el 60% del tiempo de Paquito, que bien podría haberse dedicado al espionaje y no a hacer el mamón en el mundo editorial. El día que llegan más de dos correos de Misifú, Paquito no baja a comer.
***Mensaje de Misifú en la bandeja de entrada de Paquito.***
Misifú: Pásame, por favor, las ventas del libro de Lengua en la zona de Galicia. Gracias. Misifú.
***Paquito empieza a sudar como un cerdo.***
Se levanta del asiento. Se come una palmera, se fuma un cigarro y vuelve al sitio empapado en sudor frío.
***Monólogo interior de Paquito.***
“Bien, por dónde empiezo…¿qué querrá ahora? Seguro que me quiere echar la peta por los malos resultados. Por eso me lo pide por escrito. Para luego reenviarle el correo a Perico. Menuda, zorra. Porque si está a dos pasos de mí, ¿por qué no viene a pedírmelo en persona? Claro, quiere pruebas. Joder, no tengo los datos actualizados (…) Tengo que pedírselos a Conchi, que está tomándose el café. Seguro que Conchi me va a preguntar que para qué los quiero (…) En cuanto sepa que los pide Misifú echa a correr…o no, quién sabe. Joder, no he llamado a Sonsoles. ¡Es su cumpleaños! No le he comprado el regalo. Cuando llegue a casa la doy un beso y digo que me he dejado el regalo en la oficina. Joder, qué fallo. Si es que no puedo estar en todo. Qué vida de mierda…no me da tiempo a nada. Se me está olvidando otra cosa y no sé qué. Bueno, luego me acordaré. Espero que no sea importante (…) Los datos. A ver cómo enfoco el correo de Conchi para que vuele. Como me pase algún dato erróneo como la última vez me la cargo aunque ésta es especialista en echarle mierda a los demás. Será puta (…) Pero qué mal me ha sentado la palmera. Tengo el estómago revuelto (…) Me estoy quedando cada día más calvo. Sonsoles un día me deja (…) Me he olvidado de su cumpleaños. No tengo la cabeza donde tiene que estar. Mira, ahí está Conchi. La voy a cascar el correo antes de que se siente en su sitio. ¿Cuántas veces ha desayunado ya? (…) ¿Es esta semana cuándo comunicaban las evaluaciones?¿no? Joder, seguro que me quitan parte de la prima por los resultados en Lengua (…) Por eso me está preguntando. Claro, quiere “irme preparando”. Qué hija de puta. Siempre me hace lo mismo. Se lo acompañaré de un informe que contextualice los datos, así no serán tan escandalosas las cifras. ¿No le mandé ya este informe a Crispín? Creo que sí. Por lo menos se lo pedí hace dos semanas…Eso creo. Bueno, no me acuerdo…”.
***A voz en grito y sin levantarse de su sitio.***
Paquito:- ¡¡¡Crispínnnnn!!! ¿Dónde está el informe que te pedí sobre la comercialización del libro de Lengua por zonas? (traducción: el marrón nos lo comemos a medias).
Crispín:- ¿El qué? (traducción: ¿de qué habla este chalado? Es la primera vez que me habla de este informe).
Paquito:- Pues de qué voy a hablar. Del informe del libro de Lengua…con los datos de las ventas (traducción: con un poco de suerte le ha pedido ya los datos a Conchi).
Crispín:- No sé de qué me hablas, Paco. Estoy con la cuota de mercado de los libros de Conocimiento del Medio…
Paquito:- Pues deja eso inmediatamente y ponte con el informe de la comercialización del libro de Lengua por zonas. Empieza por Galicia, mándamelo y luego ya me envías el resto ¿ok?
Crispín:- ¿Pero qué tengo qué hacer exactamente? (traducción: ya me has cascado otro marrón de Misifú, cabrón).
Paquito:- No sé si no me entiendes o es que no me explico…
***Crispín se levanta de su sitio y va a la mesa de Paquito.***
Crispín:- ¿Para cuándo lo necesitas? (traducción: voy a tocar un poco los huevos).
Paquito: -Para ayer
Crispín:- ¿Con los últimos datos? Hasta donde yo sé, el Departamento Comercial no ha actualizado aún estas cifras. (traducción: te voy a tocar un poco más los huevos).
Paquito:- Déjalo, Crispín. Ya lo hago yo. Es que al final siempre tengo que hacerlo yo todo.
¿Exceso de información? Más bien falta de organización y búsqueda de significados ocultos… o como dice mi padre: “¿pero cómo, coño, se va a poner a buscar si no sabe el qué?” Como podemos observar, en las empresas de Españistán no es que exista falta de criterio –que pudiera ser- sino que nadie sabe lo que tiene que hacer. El tiempo que debiera invertirse para explicar las tareas (que podría resolverse con una simple pregunta), normalmente, se dedica a descubrir conspiraciones judeomasónicas. Cuanto más alto en la escala jerárquica, mayor la conspiración. La paranoia, sin embargo, termina descendiendo hasta el último padefo que cada vez que tiene un proyecto en las manos, se ve a sí mismo como el guardián de la misión. De ahí a descifrar el código morse de los correos hay solo un paso. ¿A ver si la complejidad del mundo actual es esto y no nos estábamos dando cuenta?

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