Vistas de página en total

sábado, 30 de agosto de 2014

El lenguaje secreto de las organizaciones. Resignación vs. aceptación



¿Esto es lo que hay?







“Esto es lo que hay”. Esta frase retumba constantemente en nuestros cerebros. De tanto repetirla, además de perder su tradicional –y único- significado (que lo tiene) ha mutado en una expresión de resignación. Entonces, ¿qué es lo que hay en la vida de tantas y tantas personas que no paran de manifestarlo constantemente? ¿La frase “es lo que hay” es una perífrasis de la resignación? ¿Qué diferencia hay entre resignación y aceptación?

En mi opinión, la resignación y la paciencia tienen mucho en común; aunque esta última siempre es un recurso que se pone en práctica para conseguir un objetivo mientras que la resignación es el final del camino. Es un punto sin retorno. Un espacio vacío en el que solo hay lugar para la renuncia y la negación. Por el contrario, aceptar es admitir y abandonar la pelea con el pasado. Para conseguirlo tiene que existir un previo entendimiento de la situación. Lo que no es entendido, difícilmente puede ser asimilado y mucho menos aceptado. Aceptar es integrar nuestro pasado, presente e incluso futuro en nuestra persona. Somos lo que aprendimos y seremos lo que hemos aceptado. Todo aquello que no hayamos entendido se repetirá hasta el infinito. No somos nosotros sino la vida que nos da de nuevo una oportunidad para resolver el conflicto.
Aceptación y resignación, por tanto, nada tienen que ver. Si aceptamos algo que no hemos comprendido, no lo hemos aceptado sino que nos hemos resignado. Resignación es sinónimo de renuncia, de incomprensión, de falta de gestión emocional. En oposición, cuando aceptamos, asumimos e integramos la realidad tal cual es, sin pretender cambiarla. En este acto de asunción, sin embargo, no sufrimos por ella. Por ese motivo, la aceptación siempre deja la puerta abierta a la búsqueda de otros caminos.
Solamente cuando aceptamos una situación podemos responsabilizarnos de la realidad que estamos viviendo. Esto es, adoptar una actitud constructiva. En oposición, la resignación implica una actitud victimista en la persona que la “sufre”. Siempre, un victimismo desde el resentimiento y la negación.
No podemos cambiar lo que ha sucedido. Lo que pasó, pasó, decía un buen amigo. Sin embargo, sí tenemos la oportunidad de cambiar la interpretación de un hecho. Si esta interpretación conlleva sufrimiento, entonces es que hemos adoptado una actitud de resignación mientras que si el hecho provoca paz en mi interior es que lo he entendido, y por tanto, lo he aceptado.
Efectivamente, “esto es lo que hay”. Sin embargo, nuestra interpretación del hecho no debe llevarnos necesariamente a la resignación. La interpretación sigue siendo un gran espacio de libertad, afortunadamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario