Veamos algunos ejemplos clásicos de
manipulación unidireccional.
“Esto es
lo que hay”. Es lo que le dice Paquito a sus
“súbditos” cuando éstos se atreven a cuestionarle. La perversión de la
expresión es extrema. No solo no deja opción a la réplica sino que sitúa al
emisor en un punto de la realidad desde el que se observan todos sus ángulos y
matices. Como bien sabemos, esto no es posible (puesto que un mismo observador
no puede tener una visión 360º de la realidad), por tanto, esta expresión
encierra una falacia en sí misma. Dependiendo de quién la pronuncie significa
una cosa u otra. Si Paquito dice “esto es lo que hay”, significa que “a
callarse y punto”. Si la dice un padefo, entonces tiene un poderoso matiz de
resignación. En cualquier caso es una expresión negativa y con carácter de
inmutabilidad (lo que hay no puede cambiarse).
“Si no te
gusta, te vas”. Típica expresión de Misifú que
sustituye al clásico “te vas a ir a la puta calle”. La única diferencia entre
las dos es que en la primera la responsabilidad –aparentemente- recae sobre el
padefo y en la última sobre la empresa.
“No te
preocupes, ya me encargo yo”. Significa “lo has
hecho como el culo” y no me va a quedar más remedio que hacerlo yo. Si sale de
la boca de Paquito, significa que tampoco él lo va a hacer y que el marrón
recaerá sobre otro padefo del equipo. Se trata de una falsa negativa ya que,
por su forma –y normalmente el tono que la acompaña- induce a todo menos a la
despreocupación.
“Es
bastante simple ¿cómo es que no lo comprendes?”.
Esta frase es a la comunicación lo que la artillería pesada al “arte” de la guerra.
La intención de quien la dice no es solicitar información del otro sino
intimidarle de la forma más cruel e insultante. Además peca de prepotencia:
¿para quién es simple?¿para mí?
“¿Crees
que lo has hecho todo bien?”. Significa que
–supuestamente- no has hecho una derechas pero el que la dice carece de las
pelotas suficientes para echártelo en cara. Además de prepotencia encierra un
componente de cobardía. Se trata de una falsa interrogativa. Quién la dice no
espera respuesta sino la humillación del otro.
“Al
final, voy a tener yo la culpa”. Traducción: no
estoy buscando una solución sino culpables. La gente que desembucha esta frase
no asume responsabilidades de ningún tipo en su vida.
“¿Por qué
me miras con esa cara?”. Significa: “no me mires
con esa cara”. Se trata de otra falsa interrogativa pronunciada por un cobarde.
“Te voy a
ser sincero”. En realidad significa que el que la
dice no ha sido sincero nunca y ahora tampoco va a empezar a serlo.
“Yo soy
así”. Es la muletilla con la que concluye una
persona que carece de argumentos. Suele ir acompañada de la expresión: “y
punto”.
“¿Te
importa?”. Significa que te va a importar. Se
trata de otra falsa interrogativa que tiene apariencia de disculpa pero que en
realidad quiere decir: “hago lo que me sale del higo y si te importa te
aguantas”. Alguien debería contestar alguna vez, “sí, me importa” para que esta
expresión recuperase su significado original (si es que alguna vez lo tuvo).
“Si lo
que te digo no te gusta, ya sabes lo que tienes que hacer”. Es la bomba atómica de las frases. En efecto, “lo que te digo”
no te va a gustar. Así que estamos ante un falso condicional. Pero además, el
otro no tiene ni idea de lo que se supone tiene que hacer (aunque tampoco la
persona que escupió la frase).
“Ya no
eres el que eras”. Esta frase, además de un
trabalenguas y una obviedad es un ejemplo de mala leche lingüística. Es
prepotente e inquebrantable. Sin embargo, pone en entredicho el principio de
inmutabilidad pero solo porque conviene al emisor.
“Es que
no puedo ni opinar”. Significa que alguien ha
hecho de todo menos opinar. Es la perita en dulce del manipulador que confunde
intencionadamente opinión con manipulación perversa.
“Me
disculpo si es que te he ofendido en algo”. Es la
RSC (Responsabilidad Social Corporativa) del manipulador lingüístico. En otras
maneras, una forma diplomática y nada sutil de enmascarar una realidad
evidente: te ofendo, lo sé y me disculpo de boquilla. En los ambientes
laborales es el equivalente al confesionario eclesiástico: el que reza este
Avemaría queda expiado de su culpa.
“No sé si
no me entiendes o es que no me explico”. En
realidad significa que te quiero manipular y tú te resistes.
Estas aberraciones lingüísticas,
que se esconden bajo una falsa intención comunicativa, en realidad proyectan
las preocupaciones y las debilidades del carácter de las personas que las
pronunciaron. En ningún caso, proporcionan un reflejo correcto del otro porque,
como ya hemos comentado al principio de este capítulo, fueron diseñadas para
confundir y no para compartir ni construir. Para lidiar con este tipo de
agresiones verbales lo mejor es recuperar su sentido literal. De esa forma,
eliminaremos el veneno de la flecha.
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