Frases vacías de contenido
Padre, a mí me fascina tu capacidad de adaptación. Aún
sabiendo la miseria moral que te envuelve sabes mostrar con dignidad que tú no
te doblegas y mucho menos aceptas algo que te resulta intolerable. Piensen lo
que piensen y digan lo que digan. Es otra de las cosas que más me gustan de ti,
padre, que solo atiendes aquellos comentarios que parten de personas que te
importan. El resto, los tratas como ruido. De esta forma sabia y valiente has
logrado sobrevivir en un mundo plagado de mensajes irrelevantes.
Por el
contrario, te has concentrado en esos maravillosos libros de historia, que
tanto te han enseñado y tan maravillosos momentos te han aportado. No es malo
echar la vista atrás, especialmente, si ésta puede proporcionarnos orientación
y sabias enseñanzas. Tú y yo hemos aprendido más de los libros que de todos los
que nos han rodeado. Estoy tan cansada de escuchar sandeces que, sinceramente,
prefiero encerrarme en un libro. Salvando ciertas excepciones, hace mucho
tiempo que no me conmueve una conversación. ¿Será que me he convertido en
piedra? ¿puede ser que siempre estemos dando vueltas a los mismos temas y no
seamos capaces de aportar nuevos y originales puntos de vista? ¿será que las
frases están tan vacías de contenido que ni si quiera son creídas por aquellos
que las pronuncian? Me niego a pensar que el vacío existencial sea tan grande
que no proporcione materia para conversar.
Antaño, hasta las guerras tenían un
cierto carácter heroico y ahora tienen la misma consistencia de un informativo,
es decir, nada. Ojo, no estoy defendiendo la guerra pero sí la nobleza que
estaba detrás de ciertas batallas. Quizás me esté dejando llevar por mi
espíritu romántico y nunca haya existido una guerra que no haya sido cruel y
sangrienta y esté yo otorgando a otras épocas nobles cualidades que en realidad
nunca tuvieron. Y nuestro momento, a pesar de su vacío, tenga algo de
esperanzador que yo no alcance a ver.
Padre, creo que he perdido mucha
objetividad si es que alguna vez la tuve. ¿De veras crees que hay algo que
merezca ser salvado? A lo mejor soy yo la que no merece salvación. Mis palabras están llenas de desprecio,
soberbia y arrogancia. Admiro la distancia y la frialdad con la que te
aproximas a los grandes problemas y al mismo tiempo me sorprende cómo
reaccionas ante las nimiedades. Aún me cuesta creer que desate en ti tanta
furia una fuga en la lavadora o una deficiente presión en la caldera. Sin
embargo, cuando los problemas importantes arrasan tú no dejas que te lleven
contigo. Siempre te he visto enderezar el timón en las tormentas más furiosas.
Ha habido momentos en nuestra casa que nos hubiéramos matado si tú no hubieras
puesto un poco de paz de por medio. Sí, ésta es otra de las cosas para las que
no me preparé en la vida: defenderme de las agresiones de una madre. Sin
embargo no perderé el tiempo en hablar contigo de esto. Hace mucho tiempo que
agotamos las palabras sobre este tema, padre. Sé que además hablar de ello te
hace daño y no estamos aquí para hacernos más daño sino para pedirnos perdón.
Insisto, siento mucho el haberme marchado en estas circunstancias. No es de
recibo. Y mucho menos sin despedirme de ti. No me lo tengas en cuenta. No sabía
cómo decírtelo. Todo se enredó tanto que…no supe cómo salir de la maraña. Sé
que me dirás que te debía haber pedido ayuda. Una vez más, lo sé. Pero pensé
que podía solucionarlo yo sola y me equivoqué.
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