La insoportable dictadura de la realidad
Una incesante actividad de creación y destrucción sin razón ni finalidad alguna. Parece increíble, pero eso es el mundo: un lugar, delimitado en el espacio y el tiempo, en donde el hombre construye una existencia a base de patadas consecutivas. En esta nueva modernidad compleja y ecléctica se abandonan los conceptos deterministas de la historia, desaparece en el hombre –según Richard Sennett- una “narrativa compartida de dificultad y destino” y se desvanecen las separaciones de espacio y tiempo.
Después de un mundo aparentemente
sólido, dominado por el peso de la forja, hemos pasado a vivir en la era
digital. En ella, los bits van y vienen, los capitales financieros viajan con
más facilidad que las personas, las relaciones son efímeras, las palabras se
vacían de contenido y el hombre atiende a la lógica del instante. Ambigüedad,
tensión y transgresión sustituyen a estructura y orden social tradicional.
El pensamiento –muy lejos de
anclarse en una conciencia interna- se transforma en una suma de citas célebres
y descontextualizadas (comúnmente conocidas como “quotes”), cuyo significado
efímero lo convierte en filosofía de usar y tirar. Siguiendo el modelo
publicitario de rápida ingestión, las quotes
se transforman en claims y sus “consumidores” en públicos meta previamente
seleccionados. El mundo deja de ser la tierra que crece bajo nuestros pies y
pasa a ser la realidad fragmentada que vemos en televisión. Lo importante pasa
a ser una selección de contenidos que otros –de manera intencional- hacen para
nosotros. Lo irrelevante es la cara de la Luna que se esconde porque alguien ha
decidido que esa parte no debe ser alumbrada.
En definitiva, lo importante se
reduce a la invención del día a día, en una especie de “dictadura de la
realidad”, cuya máxima es el aquí y el ahora y su sentido profundo, el azar. El
escritor Milán Kundera, en su libro “Los testamentos traicionados” (1992)
describe con gran acierto las consecuencias de vivir en este mundo
descontextualizado y subordinado a la lógica del instante.
"No conocemos la realidad
sino es en tiempo pasado. No la conocemos tal como es en el momento presente, en el momento en que está
ocurriendo, en el que es. Ahora bien, el momento presente no se parece a su
recuerdo. El recuerdo no es la negación del olvido. El recuerdo es una forma de
olvido."
En este mundo de inmediatez, fugacidad,
coyuntura y transitoriedad solo hay dos verdades de peso: que nos morimos algún
día y que la vida es un cambio constante. Con esas dos premisas tenemos que
jugar. Como diría mi padre “o te reúnes o trabajas”, “o piensas o actúas”…pero
las dos cosas a la vez, difícil.
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