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sábado, 30 de agosto de 2014

El lenguaje secreto de las organizaciones. Bla, bla, bla y otros bloqueos de la comunicación


Bueno, creo que deberían quitar la palabra ‘compasión’ del diccionario inglés.
Gareth Pierce (Emma Thompson, en la película “En el nombre del padre”)


La era de las palabras vacías




















Según pasan los años una reflexión resuena, cada vez de forma más atronadora, en mi cabeza. La del valor de las palabras. Recuerdo una escena de una de mis películas favoritas, “En el nombre del padre”. Justamente la escena en la que Gerry Conlon, interpretado por Daniel Day-Lewis, le dice a su padre Giuseppe en la cárcel: “bla, bla, bala, bla y bla. ¿Y sabes lo que significa? Significa que las palabras no significan nada”. El argumento,  aunque demoledor, sigue apareciendo de manera recurrente en mi mente. Especialmente, en aquellos momentos, en los que siento un “vacío comunicacional” (cada vez –por cierto- más a menudo).

¿En qué consiste este vacío? Para mí, es una manera de ponerle “nombre” al vacío existencial. Lo experimento cuando alguien se dirige a mí y solo escucho ruido, en los momentos en los que presto atención a una conversación y las palabras de mi interlocutor suenan huecas y falsas, cuando leo una comunicación que no me toca el corazón, cuando observo que no se corresponde lo que se dice con lo que se hace o se piensa…En esos momentos siento que el otro me arroja palabras vacías sin considerar mi tiempo y dignidad.

En efecto, la palabra, al igual que el discurso político, se ha devaluado tanto que ha perdido su verdadero valor: el de ser vehículo de comunicación y empatía. El silencio y la expresión corporal, por el contrario, están adquiriendo un valor excepcional en un momento –el presente- en el que en nombre de la palabra se perpetran las más crueles atrocidades. La mayor: agredir al contrario por medio de la incomprensión. Esto es, convertir las palabras en hilo de transmisión de las preocupaciones, debilidades y autoengaño de las personas que las pronuncian. El objetivo: transformar en realidad lo absurdo del pensamiento para confundir al otro y autoafirmarnos en nuestros errores. Como bien decía Anatole France, “si cincuenta millones de personas dijeran una tontería aún sería una tontería”. Pues eso.

Otro tipo de incomunicación, nacida en el seno de la sociedad digital, es aquella que se genera en la red social, un verdadero caldo de “sociopredicadores”. Parece que por repetir hasta la saciedad términos que suenan bien, esa pseudorealidad se terminará imponiendo. Es posible. La repetición es una de las vías más efectivas para la implantación de un mensaje. Sin embargo, ¿por qué la otra parte –el receptor- rara vez cuestiona la fuente? ¿conocemos a las personas que firman esos mensajes?¿de verdad las conocemos? No es infalible pero sí que existen algunos indicios que nos pondrán en la pista del mensaje vacío en las redes sociales.

  1. La inquebrantabilidad. El mensaje del falso predicador de las redes se asienta sobre una base férrea, en apariencia incuestionable. Se muestra, a menudo, en forma imperativa o en tono de verdad suprema. Inquebrantable no es sinónimo de sólido sino de impenetrable. Si un mensaje es duro como el hierro no cala sino golpea y acobarda al que lo recibe. En los campos en los que no se alcanza el acuerdo, surge inevitablemente la fuerza del acero.
  2. La inmutabilidad. El mensaje del predicador de la red es rígido, inflexible y absoluto. No deja lugar alguno a la matización, no porque no la tenga sino porque fue lanzado para intimidar no para conciliar.
  3. La prepotencia. El mensaje mesiánico en red está emitido desde un ángulo de supuesta superioridad. No está destinado a ser compartido sino asumido sin crítica por el contrario. Cuanto más alto el podio, más prepotente el mensaje y por tanto, menor su intención de intercambio comunicativo.

En efecto, toda comunicación es un intento de transformación del otro, en algún sentido. La comunicación siempre es intencional. Sin embargo, no está de más desconfiar de aquél tipo de comunicación que no deje abierta la puerta a la réplica o respuesta. La ausencia de feedback interrumpe el ejercicio comunicativo y activa la manipulación unidereccional.

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